
La Inteligencia Artificial (IA) está cada vez más presente en la vida de los niños y adolescentes: desde asistentes virtuales como Alexa o Google Assistant, hasta plataformas educativas con IA como Khan Academy (Khanmigo) o Duolingo Max. Aunque estas herramientas ofrecen grandes ventajas para el aprendizaje y el entretenimiento, también plantean riesgos importantes que padres y maestros no deben ignorar.
En este artículo exploramos los principales peligros de la IA en menores, cómo se manifiestan en la etapa escolar y qué medidas se pueden tomar para garantizar un uso seguro, educativo y responsable.
¿Por qué hablar de riesgos de la IA en niños?
Según un informe de UNICEF (2021), los niños y adolescentes son particularmente vulnerables al impacto de la IA, ya que aún están en proceso de formar su criterio, valores y capacidad crítica. La exposición temprana y sin supervisión puede llevar a consecuencias negativas como la dependencia tecnológica, la pérdida de privacidad o la exposición a sesgos algorítmicos.
La UNESCO, por su parte, advierte que la falta de regulación y de alfabetización digital en los entornos escolares puede aumentar la brecha educativa entre quienes acceden a la IA de manera crítica y quienes la consumen sin control.
Principales riesgos de la Inteligencia Artificial en niños y adolescentes
1. Dependencia tecnológica y pérdida de habilidades propias
Los asistentes de IA como ChatGPT, Siri o Google Bard pueden ser útiles para resolver dudas o redactar textos, pero el uso excesivo puede generar que los niños dejen de ejercitar la memoria, la escritura y el pensamiento crítico.
Ejemplo: Profesores en Estados Unidos han reportado que estudiantes entregan ensayos generados casi en su totalidad con IA, sin procesar ni reflexionar sobre el contenido.
2. Privacidad y uso de datos personales
Muchas aplicaciones educativas con IA recolectan información de los usuarios para mejorar sus algoritmos. Esto incluye datos de voz, ubicación e historial de navegación. En el caso de los menores, este uso de datos sensibles puede ser riesgoso si no existen medidas de protección claras.
Ejemplo: En 2020, la Federal Trade Commission (FTC) sancionó a varias apps infantiles por recopilar datos sin consentimiento de los padres.
3. Sesgos algorítmicos y contenidos inadecuados
Los algoritmos de IA aprenden de grandes volúmenes de datos, pero estos datos no siempre son neutrales. Esto significa que los niños pueden estar expuestos a estereotipos de género, raciales o culturales.
Ejemplo: Investigaciones de la MIT Media Lab revelaron que sistemas de reconocimiento facial tenían tasas de error más altas en mujeres y personas con piel oscura, evidenciando un sesgo que también podría trasladarse a aplicaciones educativas.
4. Impacto en la salud mental y social
El uso constante de IA en videojuegos, redes sociales o chatbots puede generar aislamiento social, ansiedad o incluso adicción digital. La IA está diseñada para maximizar la interacción, lo que puede reforzar conductas compulsivas en los más jóvenes.
Ejemplo: La American Academy of Pediatrics (AAP) ha alertado sobre los riesgos del tiempo excesivo frente a pantallas y su impacto en el sueño, la atención y el rendimiento académico.
5. Desigualdad educativa y brecha digital
El acceso a herramientas de IA no es equitativo. Mientras algunos estudiantes cuentan con recursos avanzados, otros carecen de conectividad o dispositivos adecuados. Esto puede aumentar la brecha digital y educativa, reforzando desigualdades ya existentes.
Ejemplo: El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que en América Latina, 46% de los niños en zonas rurales carecen de acceso confiable a internet, lo que limita su acceso a la IA educativa.
Cómo mitigar los riesgos de la IA en la educación infantil
Padres, maestros y cuidadores pueden desempeñar un rol clave para reducir los riesgos y potenciar los beneficios de la IA en el aprendizaje de los niños. Algunas estrategias recomendadas son:
- Supervisión activa: Revisar las apps y plataformas que usan los niños, configurando controles parentales.
- Educación digital temprana: Enseñar a los niños a distinguir entre lo que una IA genera y lo que ellos deben reflexionar.
- Regulación del tiempo de uso: Establecer límites de exposición frente a pantallas y diversificar actividades offline.
- Fomento del pensamiento crítico: Invitar a los niños a cuestionar los resultados que ofrece la IA en vez de aceptarlos como verdades absolutas.
- Selección de herramientas confiables: Optar por plataformas educativas respaldadas por instituciones reconocidas como UNESCO, UNICEF o Microsoft Education.
La Inteligencia Artificial ofrece oportunidades educativas únicas, pero también presenta riesgos que padres y maestros deben conocer. Desde la dependencia tecnológica hasta la brecha digital, los desafíos son múltiples, pero con educación, acompañamiento y uso responsable, la IA puede convertirse en una aliada del aprendizaje.
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