
Como cada 29 de junio, la Iglesia Católica Apostólica Romana celebra en todo el mundo el Día del Papa, solemnidad conjunta para recordar a los apóstoles Simón «Pedro» y «Pablo» de Tarso, y que tiene como figura central al sumo Pontífice de la Iglesia, representado por el Papa León XIV (Robert Francis Prevost).
Desde el Vaticano, sede central de la Iglesia, el Papa León XIV, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, celebra con los fieles que se congregan en la Plaza de San Pedro esta importante fecha del calendario católico.
En los colegios e instituciones católicas se realiza la colecta voluntaria del óbolo de San Pedro para recolectar fondo para las misiones que la iglesia tiene en diversos países del mundo.
Día del Papa: ¿Por qué se celebra a San Pedro y San Pablo cada 29 de junio?
Cada 29 de junio, la Iglesia Católica celebra el Día del Papa, una fecha profundamente significativa que conmemora a San Pedro y San Pablo, pilares fundamentales del cristianismo primitivo. Esta solemnidad no solo honra el legado de estos dos grandes apóstoles, sino que también resalta el papel del Papa como sucesor de San Pedro, el primer obispo de Roma. En esta jornada, los fieles de todo el mundo expresan su unidad con el Santo Padre y reflexionan sobre el testimonio de fe, sacrificio y misión evangelizadora que ambos santos dejaron como herencia espiritual.
En países católicos, esta fecha es feriado calendario por lo que se descansa tanto en el trabajo como en las escuelas.

Pedro «el Pescador de hombres» y Pablo el perseguidor de Cristianos
Pedro, cuyo nombre verdadero era Simón bar-Jona, era un pescador artesanal cuando Jesús le hizo el llamado a unirse a sus prédicas. Se convirtió en el patrono o santo patrón de los pescadores, quienes le rinden homenaje cada 29 de junio llevando su imagen al mar y realizando una procesión en sus barcazas. Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16,16). Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. Su tumba en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es meta de millones de peregrinos que llegan de todo el mundo.
Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.
Oración a San Pedro
Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que a la primera voz dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu
Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo.
Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria.
Amen.
Oración a San Pablo
Glorioso apóstol San Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy, y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos.
Amén.